domingo, 11 de mayo de 2014

Novela morisca

Envío bibliografía

El moro de Granada en la literatura : del siglo XV al XIX / Soledad Carrasco Urgoiti

La frontera de Granada

Durante los siglos XIV y XV los moros españoles no representaron para los españoles una amenaza tan vital como en épocas anteriores, y la empresa de la reconquista adquirió un nuevo carácter. Desde que en el siglo s. XIII  Fernando III el Santo y Jaime el Conquistador dieron a la Reconquista el empuje definitivo, consolidado por las campañas de sus sucesores, el Islam español estaba limitado al reino de Granada, feudatario del de Castilla. Fue este estado un centro de arte y cultura brillantísimo, pero afectado, hasta en sus manifestaciones más exquisitas, por una debilidad inherente a su sino5 histórico. Estuvo asimismo constantemente agitado por discordias internas y sólo llegó a ser temible cuando recibió el refuerzo de la última oleada de invasiones africanas que había de cruzar el Estrecho, la de los Benimerines. Derrotados éstos por Alfonso XI de Castilla y e! rey de Portugal, en la batalla del Salado (1340), la España musulmana dejó de representar un serio peligro para los reinos cristianos de la Península, que, por otra parte, entraron en una fase de guerras entre sí y, en el caso de Castilla, de luchas civiles. La empresa de la Reconquista ya no se consideraba perentoria y los reyes se limitaban a organizar alguna que otra tala por la vega de Granada y a mantener en la frontera un número de hombres más o menos suficiente para contener cualquier intento de expansión de los moros, que, a pesar de la merma de su poderío, conservaban el ánimo combativo y una gran pericia en ardides y técnicas guerreras. Para mantener sus posiciones y satisfacer con pequeñas conquistas su ambición de poder y de fama, el capitán fronterizo tenía que vivir en constante alerta y desarrollar cualidades personales de inventiva y esfuerzo. Uno de los últimos y más famosos héroes de la frontera granadina, Hernando del Pulgar, recomendaba en una carta escrita a principios del siglo XVI al conde Pedro Navarro que se empleara en las campañas de África a veteranos de la guerra de Granada: «Porque éstos, como quier que los moros son astutos en la guerra y diligentes en ella, los que han sydo en los guerrear los conosçen bien y saben armalles. Conosçen a qué tiempo y en qué lugar se ha de poner la guarda, do conviene el escucha, adonde es neçesario el atalaya, a qué parte el escusaña, por dó se fará el atajo más seguro que más descubra». La enumeración de ardides de guerra se prolonga, salpicada de pintorescos ejemplos y de citas clásicas, entre las que se intercala un dicho de«nuestro vezino Alí Alatar el Viejo»6.
Las diversas crónicas de los reinados de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos -y más aún las que versan especialmente sobre sucesos particulares, como el Memorial de diversas hazañas, de Mosén Diego de Valera- narran con minuciosidad múltiples incidentes en que moros y cristianos despliegan su pericia en ese sutil y complicado arte de guerrear. La importancia de la frontera de Granada como elemento formativo de la nacionalidad y el carácter castellano fue señalada ya por Menéndez Pelayo7. Recientemente ha insistido sobre ella Juan de Mata Carriazo, con la autoridad que le presta su profundo conocimiento de la historiografía de la época, advirtiendo, además, que a través de la frontera se filtraban todo género de influencias8.
H. A. Deferrari ha reunido gran acopio de datos que dan testimonio de contactos amistosos entre moros y cristianos y demuestran que estos últimos adoptaban en ocasiones las peculiares maneras que tenían sus enemigos de combatir, de engalanarse o de conmemorar penas y alegrías9. Son característicos en este sentido muchos pasajes de los Hechos del condestable don Miguel Lucas de Iranzo, dedicados a describir las fiestas y regocijos organizados por el condestable, en los cuales no solía faltar la nota morisca en juegos o atavíos, bien se tratara de las celebraciones en que participaba el pueblo entero, o de aristocráticos pasatiempos. En la misma crónica se alude a los recelos del rey de Granada ante el poder de los abencerrajes, y se menciona una matanza de que éstos fueron víctimas. Y es curioso que, al describir la cabalgada del día de San Juan, el autor nos dice que los caballeros de Jaén venían «todos enrramados e escaramuçando, e echando çeladas, e jugando las cañas a la manera de la tierra»10. Es decir, el jugar cañas no se sentía como juego moro ni cristiano, sino como deporte propio de la región; algo que ambos combatientes tenían en común.
Como refiriéndose a algo conocido, escribe don Álvaro de Luna al rey don Juan II el 22 de mayo de 1481: «Este día continuamos nuestro camino derechamente a la Vega de Granada, fasta la ver muy bien a ojo, e devisar el Alfambra, e el Albayçín, e el Corral»11. Este pasaje adquiere una significación especial si tenemos en cuenta que, dos meses después, el propio rey a quien iba dirigida la carta contempló la ciudad y sus edificios con admiración y deseo de poseerla, dando ello ocasión a que se compusiese el romance de Abenámar12.
Los castellanos sienten la emoción estética que ofrece la belleza de Granada, y además saben que en la capital mora se despliega una vida de lujo y refinamiento superior al suyo. Por entonces se despierta también en la España cristiana, como en el resto de Europa, el sentido de lo exótico; abundan los litros de viajes y los reyes envían embajadas a países lejanos. Granada interesa porque es distinta; en ella florecen formas de vida y arte que no son europeas. Tampoco puede decirse con propiedad que fueran puramente orientales, y, desde el punto de vista árabe, podían parecerle a Aben Jaldún parecidas a las de los cristianos. Para el castellano, sin embargo, no cabe duda de que el moro granadino representaba un mundo exótico, sin dejar de ser el vecino y contrincante con quien mantenía, más que una guerra cruenta, una continua escaramuza y un juego de sorpresas y emboscadas, en el que se adivina un cierto sentido deportivo. Por de pronto, tenían en común la técnica combativa y el respeto a ciertas normas, que eran las de la caballería europea13. Así vemos que los contrastes, y al mismo tiempo una cierta proximidad moral entre moros y cristianos, fueron factores inseparables en la vida de la frontera, y gracias a esa dualidad resultó posible la visión poética del moro.
Para comprender un poco mejor cómo se produjo esa idealización hay que tener en cuenta quiénes eran los hombres que poblaban la frontera. Indudablemente, habría entre ellos muchos guerreros rudos e ignorantes, pero jefes fronterizos fueron también, durante más o menos tiempo, el marqués de Santillana, don Álvaro de Luna, Gómez Manrique, Mosén Diego de Valera y otros muchos que alternaban en sus actividades la pluma y la espada. El ideal renacentista del hombre de aptitudes diversas estaba cada vez más incorporado a la vida española; capitán fronterizo fue, durante los últimos años de la guerra de Granada, Gonzalo de Córdoba, y una de sus biografías se debe precisamente a su compañero de armas, en Granada, Hernando del Pulgar, a quien hoy recordamos casi exclusivamente por su hazaña de clavar el cartel del Ave María en las puertas de la mezquita de Granada, pero que fue también un prosista atildado y latinizante y un entusiasta lector de Tito Livio. Y aun algunos fronteros que nunca tuvieron, que sepamos, intención de hacer obra literaria, manejaban la pluma con admirable destreza cuando escribían al rey dando cuenta de las operaciones guerreras por ellos dirigidas. Lo demuestran las cartas de Diego de Ribera -el Adelantado cuya muerte canta el romance de Alora la bien cercada-, de Rodrigo Manrique y de Fernán Álvarez de Toledo, publicadas, con la ya citada de Pulgar y otra de don Álvaro de Luna, por Carriazo, que con razón ve en ellas la evidencia de un género literario de cartas y relaciones «paralelo al de los romances fronterizos, casi tan bello como él y muchísimo menos conocido»14. La carta de don Rodrigo Manrique es una pequeña obra maestra del género, pero todas tienen en común la habilidad de dar una impresión del conjunto sin omitir detalles y poniendo de relieve la parte que a cada combatiente correspondió en la acción. «Escríbolo a vuestra alteza porque de todos sepa lo que fizo cada vno», dice Fernán Álvarez de Toledo. Es, por tanto, nota esencial de estas cartas el profundo sentido de lo individual y, al mismo tiempo, de lo colectivo que caracteriza la vida de la frontera.
Una relación semejante, pero referente esta vez a la historia interna de Granada, es la que escribió en los primeros años del siglo XVI Hernando de Baeza sobre los «Últimos sucesos del reino de Granada»15. Es éste un relato vivido de las divisiones e intrigas cortesanas de los granadinos, pues el autor fue en parte testigo de los acontecimientos que narra con pluma notablemente ágil y expresiva. El cronista Hernando del Pulgar escribió también, por encargo de Isabel la Católica, un Compendio de la historia de Granada16, que es muy defectuoso, pero demuestra el interés que sentían los castellanos por la historia granadina. La relación de Baeza nos habla de la admiración que una embajada del rey de Granada causó en la corte del rey don Juan, el cual se complacía en tratar al príncipe granadino y «ver a él y a los suyos caualgar a la gineta, porque heran muy buenos caualleros, y muy diestros en la silla, así en el jugar de cañas como en otras cosas»17. En las crónicas abundan asimismo las alusiones a visitas y embajadas de los moros, siendo también frecuente el caso inverso. Como ejemplo característico tenemos el desafío de don Diego Fernández de Córdoba a don Alfonso de Aguilar para que se batiera con él en el reino de Granada, donde se les concedió campo y don Diego estuvo esperando a su contrario de sol a sol, según certificó el rey moro18.
El reino de Granada se iba desmoronando, y no sólo por el empuje de las armas cristianas. A ello contribuyeron divisiones internas que daban lugar a tragedias sangrientas y a lances caballerescos; hoy caen en la Alhambra las cabezas de los abencerrajes; mañana, ayudado por los sobrevivientes, se descuelga el príncipe Boabdil de la torre de Gomares, donde vive recluido con su madre, en tanto que una cautiva favorita recibe honores de reina. Estas noticias llegaban en forma fragmentaria al campo cristiano, donde la sensibilidad se abría a todos los estímulos, y prevalecía, al menos durante la última etapa de la guerra, un ambiente de juego caballeresco vivido, que indudablemente contribuía a que se vieran a través de un prisma de estilización los sucesos de la corte mora19. Algunos pasaron, sin duda, desapercibidos, pero en otros casos, como el de la muerte de los abencerrajes, bastó una breve referencia de los cronistas y alguna alusión emocionada en el romancero para iniciar un proceso de idealización que había de culminar, a mediados del siglo siguiente, en el tipo literario del Abencerraje, que por siglos se mantuvo, renovándose continuamente, como uno de los temas de la literatura occidental.

Novela morisca


ArribaAbajoEl Abencerraje
La primera novela morisca es una pequeña obra maestra que aparece en el panorama literario de la segunda mitad del siglo XVI en circunstancias curiosísimas que rebasan el anonimato y bordean la tradicionalidad de la obra literaria. La historia de Abindarráez no solamente representa un caso de transmisión y contaminación de hechos históricos, semejante a los que tanto abundan en el romancero, sino que el relato novelesco surge hacia la misma fecha con ligeras variantes en diversos textos de atribución desconocida o insegura, y pronto invade el campo poético y penetra en el teatro, sin que se alce ninguna voz reclamando la paternidad de la obra.
Los textos en que aparece la novela son: El Abencerraje, incluido en el Inventario de Antonio de Villegas -colección de prosa y verso impresa en 1565, pero que tenía concedido privilegio desde 1551-; un relato titulado Parte de la Corónica del ínclito Infante Don Fernando que ganó Antequera..., publicado en un pliego suelto que Mérimée fecha entre 1550 y 1560, y la «Historia de Abindarráez y la hermosa Xarifa», que aparece inserta en la Diana de Jorge de Montemayor, a partir de la edición póstuma de 1561. Otra versión, hoy perdida, impresa en Toledo por Miguel Ferrer, es mencionada por Gayangos y por Gallardo, que la fechan, respectivamente, en 1561 y 1562. Henri Mérimée realizó un estudio comparativo de los tres textos que se conservan, llegando a la conclusión de que debió existir un arquetipo que sirvió de modelo al redactor de la Corónica y al de la versión incluida en el Inventario, pudiendo ser la aparecida en la Diana una combinación de las otras dos57. Esta teoría ha sido impugnada por Marcel Bataillon, que, basándose en la perfección estilística del texto delInventario, opina que no se trata de una refundición, sino de una obra original58. Hoy en día sigue en pie el problema de un posible original, anterior a los textos conocidos, y de la prioridad entre éstos, pero lo que no se pone en tela de juicio es la superioridad artística de El Abencerraje inserto en el Inventario, sobre las otras dos versiones. Y aquí surge otra cuestión debatida, pues en tanto que Menéndez Pelayo consideraba imposible que se debieran a la misma pluma El Abencerraje y la narración pastoril Ausencia y soledad de amor, incluida en la misma colección, y, por lo tanto, sólo concedía a Villegas el título de compilador59, López Estrada, al estudiar ambos textos, llega a la conclusión de que pudieron ser escritos por un mismo autor, y halla ciertas analogías entre ellos60. Conviene advertir que si la versión de El Abencerraje, inserta en el Inventario, se lleva la palma de la excelencia artística, la incluida en la Diana contribuyó aún más eficazmente, por la gran popularidad de esta obra, a la difusión de la novelita morisca.
Todavía está por dilucidar el problema de transmisión histórica que plantea El Abencerraje. En tanto que el héroe cristiano es Rodrigo de Narváez, primer alcalde de Antequera, que fue conquistada en 1410, la línea fronteriza se ajusta exactamente en el relato a la posición que ocupó de junio de 1484 a abril de 1485, entre Alora, recién tomada, y los pueblos de Coín y Cártama. El hecho de que la acción se localice con exactitud topográfica en estos lugares menores y se nombre más veces a Narváez como alcalde de Alora que de Antequera, siéndolo de ambas villas, indica que la identidad del héroe es un dato falso y que la novela atribuye a un personaje famoso un acto realizado seguramente por un caballero de menos nombradía que vivió en la misma región muchos años más tarde. Suplantaciones semejantes son frecuentes en el romancero, pero en este caso no conocemos ningún romance sobre el tema que sea anterior a El Abencerraje, conservándose únicamente un cantarcillo intercalado en el texto que simplemente recalca el emplazamiento de la acción. Cabe también que el incidente que suscitó la novela llegara a conocimiento del autor por medio de algún cronicón o alguna relación que hoy se desconoce. En cualquier caso parece seguro que un núcleo anecdótico particular, que hoy no es posible aislar de las adiciones novelescas que lo envuelven, pero que sí podemos fechar hacia 1485, fue superpuesto tardíamente, con un error cronológico considerable, a un fondo histórico general.
En El Abencerraje se funden, mejor que en obra alguna, la eficaz sobriedad de recursos pintorescos que hallábamos en la literatura fronteriza con el carácter sentimental y galante del género morisco. Las primeras líneas nos sitúan en el ambiente de la frontera castellana, con sus caudillos y caballeros ansiosos de ganar honra que diariamente emprenden por cuenta propia pequeñas acciones de guerra. Vemos tender una celada y caer en ella un gallardo jinete granadino que cabalga cantando confiado sus amores. Pronto reconocemos en él, no ya a uno de tantos galanes moros como desfilan por el romancero luciendo su destreza y sus galas multicolores, sino a un morisco Amadís, dotado de todas las cualidades que pueden adornar a un caballero sin tacha y a un perfecto amador. Los escuderos castellanos que le han sorprendido quedan rebajados a su lado físicamente porque entre varios no logran reducirle a prisión, y moralmente, por acometerle en grupo al no poder vencerle individualmente y por mostrarse indiferentes a la calidad de nobleza y refinamiento que desde su aparición muestra el enamorado moro. En auxilio de sus hombres acude el alcalde Rodrigo de Narváez. Este sí es digno contrario del granadino e insiste en entablar con él un combate singular, que el narrador refiere con trazos realistas. No omite advertir que el cansancio del moro contribuyó a su vencimiento, evitando así que figure en un plano inferior al jefe cristiano, que logra prenderle. Camino de Alora, el cautivo suspira, y ello da lugar a un breve diálogo de finísimo tanteo que establece entre vencedor y prisionera esa afinidad que surge espontáneamente entre quienes se rigen por el mismo código de honor y cortesía. Y al fin Abindarráez revela su nombre y linaje, y evoca la Granada bella y galante al encarecer el prestigio y posición privilegiada que en el pasado habían disfrutado los abencerrajes. Refiere seguidamente cómo su familia cayó en desgracia y fue casi exterminada por el rey, ante la consternación y el dolor de todo el pueblo. De este modo, a la imagen de la ciudad mora entregada a sus juegos y festejos sucede la del llanto y duelo colectivo de los granadinos. En esta doble visión de Granada se funden muchos motivos patéticos y pintorescos esparcidos en crónicas y romances, que por primera vez se centran en torno a la historia de los abencerrajes, en quienes, a partir de esta novela, se verán quintaesenciados la generosidad la gallardía y el infortunio del moro idealizado. Una tradición de hidalguía y el recuerdo de una persecución sangrienta e injusta se proyectan sobre el último representante de los abencerrajes antes de que empiece a contar su vida.
Abindarráez ha crecido en la oscuridad, bajo la protección del alcalde de Cártama y creyéndose hijo suyo. Con Xarifa, hija única de su protector le ha unido en la infancia un cariño de hermanos transformado en amor al llegar los niños a la adolescencia y saber que no existe tal parentesco. En esta parte de la narración el trazo pintoresco se adelgaza, cobrando la novela calidades humanas que rebasan el esquema galante y caballeresco a que suele atenerse la literatura morisca.
Las escenas de amor se emplazan en una huerta amena, junto a una fuente y unos jazmines que si no se despegan del marco morisco, tampoco desdecirían -observa Cirot61- en una villa griega o romana. Para encarecer la belleza de su señora, el moro enamorado acude a citas clásicas y, si nos dejamos llevar por la lectura, no sentiremos tales alusiones como un postizo, pues el Renacimiento no ha entrado sólo con un alarde de erudición en el jardín del castillo fronterizo. Si la historia de Abindarráez y Xarifa responde a alguna corriente literaria, es a la del platonismo, tal como fue entendida por los humanistas del siglo XVI, pero no porque el autor tratara de ilustrar tal teoría, sino porque enEl Abencerraje, como en la poesía de Garcilaso, los sentimientos más cálidos y hondos fluyen por un cauce ideológico que ha abierto brecha en la personalidad. Dentro del ambiente sencillo y de la ausencia de peripecias en que nacen los amores de la morisca pareja caben incertidumbres, momentos de dicha, celos y ausencias, expresándose la emoción de tales estados de ánimo con una delicadeza y un candor difíciles de encarecer.
La separación de los enamorados ha sobrevenido algo antes del cautiverio de Abindarráez, al ser trasladado a Coín el alcalde de Cártama, padre de Xarifa. Aprovechando una ocasión propicia, el moro acudía a unirse secretamente con su dama, cuando fue apresado. Al enterarse de esta situación Narváez, le permite continuar su camino, bajo palabra de que retornará a los tres días a la prisión. Si a través del relato de Abindarráez nos llega sobre todo la expresión de su amor, los sucesos que siguen prueban la total correspondencia de Xarifa y su capacidad de sacrificio. Arrostrando la ira de su padre, se da a su amante como esposa; al verle triste teme que ame a otra dama y acepta sin protesta tal posibilidad; y enterada al fin del encuentro con la partida de Narváez, quiere emplear su fortuna entera en rescatar al abencerraje y le acompaña al campo enemigo, cuando comprende que el honor le obliga a constituirse prisionero. Huelga decir que Narváez depara la más cortés acogida a la gentil pareja, y no sólo pone en libertad a Abindarráez sin admitir rescate alguno, sino que media eficazmente para que vuelva a la gracia de su rey y el padre de Xarifa perdone a los enamorados, compitiendo al final de la novela moros y cristianos en esplendidez y cortesía.
La anécdota central de El Abencerraje no sólo es verosímil dentro del carácter que tuvo la guerra de Granada, sino que sirve de maravilla para ilustrar una conducta ejemplar entre contrarios y dar una bella lección de tolerancia. Abindarráez y Narváez están dotados de un calor humano que falta a los héroes de los libros de caballería, pero son individualidades altamente ejemplares. Sin que ninguno de ellos desmerezca en virtudes bélicas ni en cortesanía, el castellano representa una versión austera del ejercicio caballeresco, puesto al servicio de la fe y del rey, y una preocupación muy española por acrecentar su honra, en tanto que el moro vive más para el culto a la dama y las formas de vida bellas, olvidando guerras y ambiciones hasta que le sale al paso la ocasión de demostrar su valor y nobleza. Esta caracterización de ambos tipos caballerescos, nunca más finamente matizada, se respeta en el desarrollo posterior del género morisco. El Abencerraje es también la obra que mejor ilustra la supervivencia de un idear medieval adaptado al sentir moderno -nota tan propia de esta modalidad literaria como la gala colorista- y, por tanto, podemos afirmar que la primera novela morisca es también la más característica y más pura de cuantas se han escrito, dentro y fuera de España.

Extraído de Biblioteca Cervantes Virtual


viernes, 18 de abril de 2014

Picaresca

Envío una pequeña guía para la lectura del Lazarillo de Tormes.
El prólogo está construido sobre la base de "lugares comunes".


Análisis interno: plurivocidad→ narrador-cultura oficial-autor. Perspectiva dialógica.  Narrador≠ autor.  Autor≠ cultura oficial.  Parodia narrador; parodia autor. (por ejemplo discurso del escudero p. 201-206).
Novedad: autor saca valores del sistema dogmático en que se encuentran y los somete a un proceso de relativización. Crítica social.
No existe el pretendido realismo. Postula cómo debería haber sido, no cómo fue.

Autobiografía ficticia: narrador y autor no coinciden.
Siete tratados de desigual longitud.
I: 1) Infancia 2) Aprendizaje con el ciego.
II: Clérigo de Maqueda: núcleo→episodio del arca.
III: Escudero: el único amo que Lázaro mantiene.
IV: Fraile de la Merced: moral dudosa.
V: Buldero: charlatán, engañador.
VI: Capellán: Primer trabajo de Lázaro. Compra su primera ropa.
VII: Alguacil (Lázaro lo abandona por considerar la actividad peligrosa). Arcipestre, Lázaro pregonero.

Temática:
Los tres primeros giran alrededor del hambre.
Los cuatro siguientes giran alrededor del posicionamiento socio-económico y la moral.
Análisis de:
·        Pto. de vista del  narrador.
·        Tiempo: enunciación, psicológico y cronológico.
·        Espacio: recorridos.
·        Parodia: narrador-autor-cultura oficial (palabra ajena).
·        Personajes: amos. Crítica a clases sociales:
1.      Ciego→plebe.
2.      Clérigo→iglesia
3.      Escudero→nobles, honra. La apariencia.

Esto es solo un esquema para leer la obra.


sábado, 12 de abril de 2014

Égloga I de Garcilaso (partes y motivos)

Les envío una aproximación al análisis de la Égloga I. Léanla y la charlamos el viernes.



Análisis de la égloga I

  • Ambiente pastoril idealizado.
  • Salicio y Nemoroso: desdoblamiento del poeta en dos momentos de su vida. Casamiento de Isabel Freire con Fonseca (Salicio) y muerte de la amada (Nemoroso)→duplicidad de Garcilaso.
  • Ingratitud de la amada en literatura anterior, ecos virgilianos.
  • Muerte→Petrarca.

Partes:
  • Introducción.
  • Dedicación al virrey de Nápoles.
  • Intervención de los pastores
  • Cierre: atardecer.

Métrica:
Estancias: estrofas de 14 versos endecasílabos y heptasílabos. Especie de estribillo: Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
Rima: ABCBACcddEEFeF

Salicio
  • Quejas a Galatea (Isabel): juego de opuestos.
  • Momento de introspección: desamparo- vergüenza.
  • Abandono.
  • Naturaleza→armonía en contraposición el alma del poeta carece de armonía.
  • Desdén de Galatea: infidelidad.
  • Queja a Dios porque Galatea reciba algún castigo por su desamor.
  • Recuerdo del pasado feliz: amor→colores: verde, blanco, rosado.
  • Desengaño→profetismo “siniestra corneja”. Sueño: metáfora. Río que se va de su cauce.
  • Retrato de la mujer: ojos, cabello, cuello.
  • Amor: hiedra y parra. El “otro”: olmo. Todas plantas que aparecen en la lit. pastoril.
  • Desamor→desarmonía de la naturaleza. Infidelidad de Galatea: contraejemplo a los amantes. La desarmonía la realiza Galatea al elegir a su otro amante.
  • Tópico de la abundancia.
  • Autoexamen físico: no mal parecido con respecto al que ella ha elegido.
  • Cuestionamiento: preguntas retóricas. Paisaje se une al sentimiento del poeta.
  • Crescendo en el llanto, de tal manera que toda la naturaleza participa.
  • Preparación para Nemoroso.
  • Invita a la amada a que vuelva al lugar.

Transición: el poeta se “solidariza” de alguna manera con Salicio
Nemoroso


  • Elegía: lamentación por muerte.
  • Locus amenus.
  • Introspección: pasado y presente.
  • Mención del destino.
  • Retrato femenino: ubi sunt. Elogio al muerto.
  • Tierra: sepulcro→contrapone al paisaje del comienzo.
  • Desamparo, tristeza en el amor.
  • El pastor desea la muerte.
  • Muerte de la amada→tristeza del pastor→llanto de la naturaleza.
  • Comparación de la muerte de la amada con la llegada de la noche.
  • Muerte vista como posibilidad de unión con Elisa→consuelo.
  • El poeta se compara con el ruiseñor despojado de su nido, el cielo por testigo de sus penas→soledad.
  • El dolor de la pérdida es lo único que le queda al pastor, si no, la muerte.
  • Tópico de los cabellos: recuerdo (lit. pastoril) →especie de oasis para el pastor.
  • Alusión de la muerte por el parto (Isabel Freire muere de parto) →Lucina, divinidad del alumbramiento.
  • Queja a la diosa que no ayudó a su amada.
  • La muerte de Elisa aparta al pastor de sus actividades.
  • Vida de Elisa en el más allá: 1) Elisa espectadora  inmóvil de lo que sucede en el Cielo 2) Petición de Nemoroso para que lo lleve con ella, 3) Paisaje en el Más Allá (locus amenus), influencia de Sannazaro.


Cierre:
  • Voz del poeta.
  • Atardecer: despertando como de un sueño. Hubo una especie de paréntesis y vuelven a su actividad.
  • Recoger el ganado→(unica acción del poema)







Garcilaso de la Vega

Les envío el enlace de la Biblioteca Cervantes para Garcilaso de la Vega.
http://www.cervantesvirtual.com/portales/garcilaso_de_la_vega/

Programa de Práctica y Espacio de Deliberación I

Fundamentación:
El espacio centrado en la práctica docente ofrece al estudiante un ámbito de intercambio con sus pares y una apreciación aproximada del trabajo en el aula. El contacto con la institución escolar que se lleva a cabo en este espacio curricular, aunque breve, coloca al futuro profesor en situación con los alumnos de la escuela secundaria, al mismo tiempo comienza un proceso de toma de conciencia de la tarea docente: de sus logros y sus problemáticas.


Práctica y Espacio de Deliberación I


Objetivos:

·         Comprender los conceptos básicos para la actuación en el aula.

·         Desarrollar diferentes técnicas para el proceso de enseñanza-aprendizaje.


·         Desarrollar un espíritu crítico frente a las distintas modalidades didácticas.


Contenidos:
                    
                     Unidad I: revisión de conceptos básicos.

·         Objetivos: finalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.
·         Destinatarios: a quiénes dar clase hoy.
·         Contenidos: verificación de la adecuación de los contenidos. La flexibilidad.
·         Evaluación: modalidades. La evaluación oral y la evaluación escrita.
·         El plan de clase: partes.

                     Unidad II : preparación de un proyecto.

·       Partes de un proyecto.
·       Modalidades de un proyecto


                  



   Unidad III: práctica docente.

·       Preparación de clases e impartición de las mismas en una         situación aúlica.
·       Presentación del plan de clase. .
·       Las clases de lengua y las clases de literatura: diferencias.
                                   
         
  Modalidad de Evaluación
En primer lugar, los alumnos deberán dar una clase frente a sus compañeros. Luego, los alumnos deberán preparar y dar una clase en alguna escuela con su plan de clase entregado previamente y supervisado por la profesora de la materia.     
         Por otra parte deberán confeccionar por escrito un proyecto sobre alguna actividad a desarrollar en la escuela: ingreso, clases de apoyo, estudio de la lengua, encuentros de escritores juveniles, etc. .Además deberá cumplir con un 80% de asistencia a clases.

Bibliografía obligatoria:

AA.VV. La escuela media que queremos. Argentina: Lenguaje Claro, 2010
Ander-Egg, E. y Aguilar, M.J. Cómo elaborar un proyecto, San Isidro: ICSA, 1991.

A.A.V.V. De aprendices a maestros: enseñar y aprender a enseñar. Buenos Aires: Papers Editores, 2002.

Bloom, “Taxonomía” , en www.cuautitlan.unam.mx.

Churches, Andrew. “Taxonomía de Bloom para la era digital”, en http://edorigami.wikispaces.com

Ministerio de Educación, Recomendaciones metodológicas para la enseñanza: Lengua, educación secundaria, 2007-2008.


Bibliografía de consulta

 Antelo, E. y Abramowski, A.  El renegar de la escuela. Rosario: Homo Sapiens, 2000.

Goleman, D. La inteligencia emocional, Bs. As. : Vergara, 2003.

Iglesias, L.F. Los guiones didácticos, Bs. As.: Ediciones pedagógicos, 1988

Tedesco, J.C. Conceptos de sociología de la educación, Bs. As.: Centro Editor de América Latina, 1990.


Bienvenidos a todos

El universo se expande cuando somos capaces de recibir y emocionarnos al poder leer un texto. La obra literaria se enriquece al abriese al receptor, el mundo se transforma cuando se plasma poéticamente en una hoja de papel. Siempre estamos leyendo: una libro o el universo, tarea que trae en consecuencia una interpretación del mundo que nos rodea. Por otra parte, el docente que encare la tarea de enseñar estas áreas, lengua o literatura, tendrá que transmitir esa pasión por la lengua y por aquellos que la enriquecieron y enriquecen; por supuesto, con paciencia, mucha paciencia….que al final se llega.

jueves, 10 de abril de 2014

Programa de Literatura Española

Les envío el programa de la materia Literatura Española

Fundamentación:
                             
                               El estudio de toda literatura implica recorrer de una manera intuitiva el alma y el espíritu de la humanidad. La literatura española da muestras acabadas del trabajo del escritor como artífice refinado de las más variadas situaciones, desde la honra ultrajada hasta la crítica de las más insostenible de las burocracias. Sus textos han dado a América referentes para su propia inspiración, en dichas páginas se encuentran formas, temas y motivos que los escritores americanos han tomado, muchas veces, para reescribirlos. Abordar la lectura de los textos españoles implica, por un lado,  comprender, en parte,  las experiencias literarias de América Latina, no desde un punto de vista global, sino como profundo eco de los orígenes europeos; y por otro, apreciar una literatura que ha llevado a nuestro idioma a momentos de gloria. Conocer la literatura española, aunque sea en forma tan breve, es avanzar un poco más en el conocimiento del desarrollo poético del castellano. Todo docente que logre este cometido podrá ser portavoz de este universo literario, ya que todo texto literario “vive” en cuanto hay otro que lo saca de su oscuridad.
                              

 


Objetivos


·        Comprender la obra literaria dentro del contexto histórico, social y cultural de la época.
·        Reconocer los diferentes componentes del texto literario para una mejor interpretación.
·        Desarrollar una actitud crítica frente al análisis de los textos.
·        Desarrollar diferentes actividades docentes para integrarlas al espacio áulico.                   
Contenidos

Unidad I:

La Edad Media: características generales. La Edad Media española: características diferenciadoras. Breve referencia a la literatura española de la época. Poesía épica española. Poema del Mio Cid: entorno socio-histórico. Estructura externa e interna. Temas y personajes.
Texto obligatorio: Poema del Mio Cid
                              Romances                             
                             
Unidad II:

Renacimiento: características generales. El humanismo en España. La lírica española. Garcilaso de la Vega. Sonetos. Análisis de poesías: Égloga I y sonetos: I, VI, VIII y XI.
La novela picaresca. Características generales. El Lazarillo de Tormes: estructura externa e interna. Temas. Personajes. Autobiografía ficcional y parodia.
Textos: El Lazarillo de Tormes
            Selección de poemas de Garcilaso : Égloga I y sonetos VI, VIII y  XI .

Unidad III:

Barroco: características generales. Novelas Ejemplares de Cervantes: Temas y personajes. 
Textos obligatorios: “Rinconete y Cortadillo”, “El licenciado Vidriera”, “El celoso extremeño” y “El amante liberal”.

Unidad IV:

El siglo XIX : Romanticismo: características generales. El Romanticismo español.
Gustavo Adolfo Bécquer: las Leyendas: características. Lectura y análisis de las obras.
Realismo: características generales. El realismo español: características. Cuentos de Emilia Pardo Bazán. Crítica social: sometedores y sometidos. Novela: Los Pazos de Ulloa: pintura de la sociedad gallega.  
Textos obligatorios:
Gustavo A. Bécquer: Leyendas (“El monte de las ánimas”, “El rayo de luna”, “Los ojos verdes”, “La cueva de la mora”.)
Emilia Pardo Bazán: “El destripador de antaño y otros cuentos” .
                                       Los Pazos de Ulloa.


Unidad V

El teatro español: breve referencia a la historia del teatro en España.
El tema de la honra: “El alcalde de Zalamea” (Calderón de la Barca)
                                  “El castigo sin venganza” (Lope de Vega)
La traición y la honra: “La casa de Bernarda Alba” (Federico García Lorca).
 Textos obligatorios: “El alcalde de Zalamea”
                                     “El castigo sin  venganza”
                                    “La casa de Bernarda Alba”


Modalidad de Evaluación: Los alumnos deberán cumplir con los requisitos de asistencia; además, aprobar una serie de trabajos prácticos, dos por alumno, y un parcial para poder acceder al examen final.
Los alumnos que rinden en condición de libres deberán dar (en la mesa examinadora) primero un examen escrito, de cuya aprobación depende el acceso a uno oral.



BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA

Unidad I

ALONSO, A. “Estilo y creación en el Poema del Cid”, en  Historia y crítica de la literatura española, ed. Francisco Rico, Barcelona: Crítica, 1980, v.I

DE CHASCA, E. “Fórmulas, contextos y estructuras épicas”, Historia y crítica de la literatura española, ed. Francisco Rico, Barcelona: Crítica, 1980, v.I

DEYERMOND, A. Historia de la literatura española: Edad Media, Barcelona: Ariel, cap. II, pp. 65-101.


GREIMAS, A.J. “Elementos para una teoría de la interpretación del relato mítico” en Análisis estructural del relato,  México: Diálogo, 1999, pp. 39-76.

MENENDEZ PIDAL, R.  Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957.


Poema de Mio Cid, edición, introducción y notas de Colin Smith, Madrid: Cátedra, 1980, ver introducción pp. 15-98.

Poema de Mio Cid, edición, introducción y notas de Leonardo Funes, Buenos Aires: Colihue, 2007.

Unidad II


CARRIZO RUEDA, Sofía M. “Léxico imaginario del camino en la poesía de Garcilaso”, en Estudios críticos de literatura española, Edith Marta Villarino y Elsa Graciela Fiadino (eds.), Mar del Plata: Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2003, vol. II.

________________ Transformaciones en la poesía de Garcilaso de la Vega, Kassel: Reichenberger, 1989.


LAPESA, R.  La trayectoria poética de Garcilaso, Madrid: Alianza, 1985.









Unidad III


BĔLIČ, Oldřich. Análisis estructural de textos hispánicos. Madrid: Prensa Española, 1969, pp. 19- 60.

GUILLÉN, Claudio. “La disposición temporal del Lazarillo” en Historia y crítica de la literatura española, Fco. RICO (ed.), Madrid: Gredos, 1965, vol. II


MÁRQUEZ VILLANUEVA, Francisco. “Crítica social y crítica religiosa en el Lazarillo: la denuncia de un mundo sin caridad” en  Historia y crítica de la literatura española, Fco. RICO (ed.), Madrid: Gredos, 1965, vol. II


RUFFINATO, Aldo (ed.). Introducción a La vida de Lazarillo de Tormes, Madrid: Castalia, 2001.



Unidad IV

CASALDUERO, Joaquín. Sentido y forma en la Novelas Ejemplares, Madrid: Gredos, 1974.

CASTRO, Américo. De la edad conflictiva. Madrid: Taurus, 1964.

_______________.  El pensamiento de Cervantes. Barcelona-Madrid: Noguer, 1972.


RILEY, Edward. Teoría de la novela en Cervantes. Madrid: Taurus, 1966.




Unidad V

ALONSO, D.  “Originalidad de Bécquer”  en Historia y crítica de la literatura española, Fco. RICO (ed.), Barcelona: Crítica, 1965.

BALBIN, Rafael de. Poética becqueriana. Madrid: Prensa Española, 1969

García,  Francisco Blanco. “El naturalismo”. [en línea], en  Biblioteca Cervantes Virtual, consultado el 6/4/14.

JURADO, Alicia. “Emilia Pardo Bazán”, [en línea]  en Biblioteca Cervantes Virtual, consultado el 6/4/14.

PARDO BAZÁN, Emilia. La cuestión palpitante. [en línea]  en Biblioteca Cervantes Virtual consultado el 6/4/14.

PEARS, E.A. Historia del movimiento romántico español, Madrid: Gredos, 1967.



RICO, Francisco (ed). Historia y crítica de la literatura española. Barcelona: Crítica, 1994, vol. V ,”Romanticismo y Realismo”.


Unidad VI

Dougherty, Dru; Vilches de Frutos, María Francisca.
El teatro en España : Entre la tradición y la vanguardia 1918-1939.  Coordinación y edición de Dru Dougherty y María Francisca Vilches de Frutos
Madrid : Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Fundación Federico García Lorca,1992

CARREÑO, Antonio. “La “sin venganza” como violencia: El castigo sin venganza de Lope de Vega”, en Hispanic Rewieu, 59, nº4, 1991.

Carrizo Rueda, Sofía. “El concepto de «castigo sin venganza» a la luz
de una nueva fuente para el drama lopesco”, en Actas V Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas ,1999, pp. 303-307.


DALMASSO, Osvaldo. El teatro prelopesco. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1968.



Rígano, Mariela E.. “El alcalde de Zalamea: el discurso cortés en el teatro de Calderón” en Estudios críticos de Literatura Española, Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata, 2003.

UNÍA, María Teresa. “En el texto de El burlador de Sevilla”, en Lecturas críticas de textos hispánicos, Buenos Aires: Eudeba, 2000, vol. 2, pp. 243-254.


edwards G. y Martín Baró, C. El teatro de Federico García Lorca, Madrid:
Gredos, 1983.




BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

ALCALÁ GALIANO, A. Literatura española siglo XIX. Madrid: Alianza, 1969.

ALONSO, Amado. Materia y forma en poesía. Madrid: Gredos, 1965.

Cantar de Mio Cid, edición, introducción y notas de Alberto Montaner Frutos, Barcelona: Crítica, 1993.


CASTRO, Américo. Hacia Cervantes. Madrid: Taurus, 1967.

BAJTIN, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, Madrid: Alianza, 1994.

DEYERMOND, Alan. Historia de la literatura española medieval, Ariel, 1982.

DÍEZ BORQUE, José María. Los espectáculos del teatro y de la fiesta en el Siglo de Oro. Madrid: Ediciones del Laberinto, 2002.


DÍAZ PLAJA, Guillermo. Introducción al estudio del romanticismo español. Buenos Aires: Austral, 1952.


GARRIDO, Miguel A. Nueva introducción a la teoría de la literatura. Madrid: Síntesis,
2000, en especial pp. 177-238.

GATTI, José. Introducción al “Lazarillo de Tormes”. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1968.

LÁZARO CARRETER, Fernando. “Lázaro y el ciego: del folklore a la novela” en Historia y crítica de la literatura española, Fco. RICO (ed.), Madrid: Gredos, 1965, vol. II


HATZFELD, Helmut. Estudios sobre el Barroco. Madrid: Gredos,  1973.
LAPESA, Rafael. De la Edad Media a nuestros días, Madrid: Gredos, 1982, pp.145-171, pp. 

MARAVALL, José A. La literatura picaresca desde la historia social. Madrid: Taurus, 1986.

MENENDEZ PIDAL, R. La España del Cid. Madrid: Espasa-Calpe, 1969.

NAVARRO TOMÁS, T. Arte del verso, México: Compañía General de Ediciones, 1959.

RUFFINATO, A. Las dos caras del “Lazarillo”. Texto y mensaje. Madrid: Castalia, 2000.




Firma:


Aclaración:  Mónica Nasif